Distinguido Señor:
El motivo de la presente es comunicarme con usted con relación a su carta enviada al Señor Presidente del Consejo Interuniversitario Nacional y a los Señores Rectores de las Universidades Nacionales en la cual sugiere que, por diversas razones entre las que incluye motivaciones éticas, sean rechazados los fondos provenientes de la rentabilidad de la empresa Yacimientos Mineros Agua de Dionisio (YMAD), una empresa estatal argentina cuyos accionistas son el Estado Nacional, el Estado Provincial de Catamarca y la Universidad de Tucumán.
Parte de los fondos destinados para las Universidades por la ley 14771 son generados por las regalías que cobra YMAD por ser propietaria de los derechos mineros de la Mina Bajo de la Alumbrera pero también en parte provienen de la explotación de una mina propia conocida como Farallón Negro. Estos fondos no provienen en su totalidad directamente de Minera Alumbrera Ltd.
Dado mi carácter de docente universitario me siento en la obligación y la responsabilidad de hacerle llegar una serie de reflexiones acerca de los argumentos sobre los que soporta su sugerencia, espero que tenga la disposición y el tiempo para considerarlas. Como no nos conocemos, me voy a permitir presentarme y definirme como un férreo defensor de la racionalidad, de la honestidad intelectual, del pensamiento crítico y sobre todo hago esfuerzos permanentes orientados a la difusión de conocimiento técnico y científico serio, confiable y comprobable. Considero que el conocimiento es lo que nos hace saber sobre los riesgos, despejar las incertidumbres y alejar los miedos que llevan aparejadas prácticamente todas las actividades humanas de la civilización actual.
Me parece interesante recordar que en cualquier sociedad civilizada la convivencia se basa en el respeto a las leyes y la distribución de fondos que nos ocupa está prevista en una ley de la Nación, por lo tanto la primera opción es obedecerla y si no nos gusta, cambiarla con los mecanismos que prevé el estado de derecho.
También me parece pertinente destacar que el presupuesto de las universidades nacionales proviene de los fondos generados por el sistema impositivo argentino el cual recibe contribuciones de toda la actividad económica nacional y que seguramente incluye todas las industrias que, por ejemplo, bordean el Riachuelo, para citar un caso, ya que si vamos a hablar de contaminación, allí tenemos un caso de contaminación comprobada casi en el patio de la casa de muchos compatriotas. Llevando su argumento de exigencia ética al extremo de minuciosidad se me ocurre formularle la siguiente pregunta: ¿sería razonable pedir la identificación de cada peso que integra el presupuesto universitario y en el caso de que provengan de alguna de las actividades de las que usted considera “cuestionables” las universidades deberían rechazarlos? La respuesta, a mi modo de ver invalida su principal argumento.
Pero no son estos aspectos, casi anecdóticos diría yo, los que centran mi preocupación sino algunas consideraciones por demás peligrosas para las bases de la educación, para el desarrollo de habilidades intelectuales y de razonamiento del público que no tiene información específica sobre el tema de la minería. Me preocupa profundamente la profusa difusión de medias verdades, de información incompleta o sesgada y sobre todo la escasa rigurosidad en la construcción de los argumentos con los que pretende sostener los considerandos de su carta.
Me preocupa hondamente que tanta imprecisión y tanta subjetividad, sin duda motorizada por muy buenas intenciones, contribuyan a confundir y a generar opiniones más cercanas a los dogmas y a las creencias que al pensamiento racional, a la investigación científica y a la toma de posiciones fundamentadas.
Recuerde siempre que usted es un respetado hombre público, con gran trascendencia e influencia en los medios de comunicación y que por lo tanto tiene mayor responsabilidad que el resto de los ciudadanos en la difusión de información confiable y seria, en la contribución a la educación y sobre todo en evitar la generación de pánico, miedo o incertidumbre productos de la ignorancia.
Usted sostiene sus afirmaciones con un conjunto de argumentos que necesitan ser comprobados con datos e información técnica y científica proveniente de expertos para conocer si esos argumentos resultan acertados o erróneos. Para pensar correctamente (como para hablar con propiedad) necesitamos reglas que aporten rigor a nuestros razonamientos, pero como no las necesitamos para construirlos es probable que al no considerar todas las aristas que tiene un problema, este sea erróneamente expuesto ante la comunidad no informada. Todo razonamiento se apoya en lo que sabemos. Si no sabemos nada o no estamos seguros de lo que sabemos o no tenemos la información completa, es muy difícil argumentar correctamente. En ese caso se corre el peligro de caer en un “sofisma patético” puesto que se emite un juicio que probablemente está en contradicción con las evidencias, se contrapone con juicios bien fundados o con una fuente creíble y con el conocimiento de expertos en la materia.
No es mi objetivo dar un exposición de lógica formal, pero hay niveles de expresión que necesitan de la rigurosidad en la construcción de argumentos para tener un marco sobre el cual discutir, especialmente cuando los argumentos provienen de alguien que ostenta la condición de Premio Nobel de la Paz, como es su caso y han sido dirigidos a integrantes de la comunidad universitaria nacional. A usted lo escucha y le cree mucha gente, entonces su obligación es contribuir a la difusión de información completa, citando fuentes confiables y no a generar posiciones extremas recordando que en la democracia deben privar la pluralidad, la tolerancia y la moderación para que pueda generarse un estado de Paz y Bien como usted pregona y en el cual, supongo, están específicamente excluidos la pobreza económica e intelectual, la marginalidad, la desinformación, el rechazo de la ciencia y la idea de que todo lo que no coincide con lo que postulamos es indefectiblemente falso. De esa manera usted no tiene en cuenta a muchos que sí pensamos que el avance de la civilización se hace con el uso racional de los recursos naturales, que existen normativas que regulan las actividades económicas y que la minería tiene una ley específica que se llama “De Protección Ambiental para la Actividad Minera” Nº 24585 aplicada con rigor en todas las operaciones. Y más aún, no tiene en cuenta a los miles de argentinos que trabajan en esas operaciones mineras y han podido acceder a un trabajo digno, en blanco, con coberturas sociales, con capacitaciones y con posibilidades de objetivamente elevar sus condiciones de vida. Supongo que en la búsqueda de información para la redacción de su carta ha consultado además de las fuentes que cita, a por lo menos algunas de las personas que trabajan en esos proyectos.
Por otra parte, honestamente, considero una falta de respeto a nuestra capacidad técnica y científica, a nuestra libertad de opinión y a nuestro pensamiento crítico sus acusaciones de cooptación y complacencia por parte de empresas mineras, aparentemente usted ignora que todas las universidades del mundo se solventan en parte, con fondos provenientes de empresas, que interesadas en el avance científico aplicado, confían en los saberes técnicos de las universidades, como usted los llama, para mejorar sus productos o procesos y con eso mejorar la calidad de vida de la gente. Por realizar trabajos para empresas privadas no perdemos la mirada crítica ni la independencia de criterios y de opinión; las generalizaciones son peligrosas y usted lo sabe muy bien en el campo de los derechos humanos, por lo tanto usted resiente su autoridad al generalizar estas difusas acusaciones sin citar casos concretos.
Cuando usted habla además, de persecuciones, sanciones y represalias sufridas por colegas docentes o investigadores universitarios por tomar determinadas posiciones, pienso que a todos nos interesaría conocer los nombres de esos docentes o investigadores, cuáles han sido las acciones persecutorias para que podamos salir en defensa de sus libertades y realizar las denuncias que correspondan. Creo que en este aspecto usted también abusa de las generalizaciones que confunden.
Pienso que la circunstancia de que sus adecuados méritos lo hayan llevado a conseguir una distinción tan prestigiosa como es el Premio Nobel lo obliga a buscar contribuir a la elevación de los niveles de vida de sus conciudadanos en lo educativo, lo material, lo moral y lo ético. Permítame expresarle mi opinión que nada de eso encontré en esta, a mi modo de ver, desafortunada intervención de su parte, más bien encontré inclinación a presentar como innegables afirmaciones y argumentos que están sujetos a examen y comprobaciones, a exponer sus opiniones con tono dogmático y suficiente, lo cual claramente no contribuye a la búsqueda de la verdad, al progreso y a la racionalidad.
Permítame, por último, en el marco de mi disenso hacerle llegar un atento saludo.
Geólogo - Matricula Profesional J002 Consejo Profesional de Ciencias Geológicas de San Juan.
Profesor Titular Ordinario Cátedra de Geología Económica Departamento de Geología. UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN (horacio.puigdomenech@gmail.com)
viernes, 27 de noviembre de 2009
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